7.4.11

Cuando ves en la tele todos los casos de maltrato a las mujeres, te indignas, no lo entiendes, te enfadas... pero la final, no es más que otra noticia. Sin embargo, cuando una mujer, una madre, se acerca a tí; y después de varios años en los que solo te has saludado; te para y te cuenta su historia; la noticia se hace realidad. Ayer me pasó. Fue durísimo oir su historia. Una familia aparentemente normal, casi modélica, con hijos modélicos, de clase media, sin problemas en el cole,...; vamos que se te cae la venda de los ojos. Esto del maltrato no es cosa de "otros"; está junto a tí sin que te enteres. Por la tarde, mientras se lo contaba a mi marido, lloré. LLoré, porque una no está preparada para oír tanto sufrimiento, para ver tanto miedo en unos ojos, para ver la resignación de una madre que tiene asumido que tendrá que abandonar su casa y su ciudad por miedo aunque eso suponga separar a sus hijos de su entorno, de su escuela de sus amigos... Escuchar su historia te abre los ojos, te hace entender en cierta medida el por qué de no denunciar a tu maltratador. Porque es tu marido, la persona con la que has compartido tu vida, a la que has querido con locura y sobre todo el padre de tus hijos. Porque al principio piensas que ha sido sin querer, más adelante crees que está enfermo y que tu obligación es ayudarle, después te das cuenta que su problema eres tú pero tus hijos son pequeños y ahora porque quieres que todo termine de una manera "civilizada" para que tus hijos no tengan que testificar contra el padre al que tendrán que ver una semana sí y otra no. Y ante todo esto tú no sabes que decir, que aconsejar; solo cabe escuchar, dar tu teléfono y un abrazo y prometer que hasta junio tu velarás porque su hijo esté en el colegio lo mejor posible. A veces la vida te da lecciones en el momento que menos lo esperas, te baja a la tierra de golpe, te remueve en lo más profundo...